La semana pasada me enfermé con mucha fiebre durante tres días. Antes hubiese trabajado aún así, pero esta vez tuve que elegir: acostarme pronto para recuperarme o quedarme cumpliendo y andar regular después.
Opté por dormir temprano y priorizar mi salud. Hubo una lucha interna entre grabar rápido y dejarlo listo, pero no lo quería hacer así. Quería vivir el proceso de romper con la publicación perfecta. Ya toca 51 episodios y no es por falta de tiempo ni organización, es porque me enfermé.
Es bueno aceptar que no somos eternos, que nos enfermamos y que algunas veces tampoco llegamos. Me dolió, sí, pero me ha hecho muy bien. Logré por primera vez en mis 43 años ser consciente que necesitaba parar y paré para reponerme. Y no me siento mal por haberlo hecho.
Nuestro cuerpo es la herramienta que nos permite hacer que todo sea posible. Si no la cuidamos, la herramienta se estropea y cuando deja de funcionar, game over. Hagamos el ejercicio de liberar la culpa por parar cuando estamos enfermos.