El VPS es como tener tu propio apartamento donde únicamente vos tenés las llaves. Nadie entra, todo es tuyo aunque el edificio comparta terraza, bodega y parking.
El servidor dedicado es como tener una casa completa en toda una manzana. Todo es tuyo pero el costo es mas alto y puede que tengas más espacio del que necesités.
El cloud es un apartamento inteligente que se adapta automáticamente: si necesitás más espacio se hace más grande, si necesitás menos se hace más pequeño. Todo mágicamente escalable pero el costo de esta magia es alto.
¿Cómo es posible que un servidor físico tenga varios VPS?
No es magia, se llama virtualización.
Tenés tu supercomputadora y con un software especial llamado hipervisor creás instancias, máquinas virtuales, servidores VPS.
El hipervisor es como Alfred de Batman: trabaja en segundo plano, se encarga que todo funcione perfectamente, decide cuánta CPU le da a cada VPS, controla cuánta RAM puede usar cada uno, se asegura que si un VPS falla no afecte a los demás.
¿Para quién es un VPS?
Para empresas en crecimiento que reciben más de 500-1000 visitas en 24 horas, para e-commerce donde la seguridad es crítica, para desarrolladores y freelance que necesitan software personalizado o control total, y para cualquiera que valore el control, quiera optimizar según sus necesidades y busque potencia a buen precio.
¿Cuándo dar el salto del hosting compartido al VPS?
Cuando tu sitio se pone lento sin razón aparente aunque ya optimizaste todo.
Cuando recibís más tráfico por campañas publicitarias o contenido viralizado.
Cuando necesités mejor uptime (tiempo de actividad).
Cuando querás instalar aplicaciones específicas o configurar tu propio entorno.
Y cuando la seguridad es prioridad manejando datos sensibles.
Todas son ventajas con el VPS pero también tenés responsabilidades que vamos a ir viendo en otros episodios.